¿Por qué es tan difícil despedirnos de Pepe Le Pew?
La cultura de la cancelación es un debate que la industria del cine debe dar con altura, no con calentura.

Desde la publicación de la columna de opinión del Charles M. Bow en el diario The New York Times a inicios de marzo, “Six Seuss Books Bore a Bias”, internet y las redes sociales hicieron lo que mejor saben hacer: generar más ruido que debates.
En la columna, el periodista y escritor hacía referencia a algunas producciones y series animadas en las que sus personajes son representados a través del estereotipo, o que normalizan comportamientos que denigran minorías, culturas o a las mujeres.
Como analista de contenido y periodista que soy, voy a hablar del caso del tan amado, y ahora controversial, Pepe Le Pew. Desde su primera vez al aire en 1945, este zorrillo se robó el corazón de los fans de los Looney Tunes por su particular forma de mostrar el amor romántico. Y es que si se piensa bien, con su acento francés que alude al lenguaje del amor, la productora norteamericana utiliza este personaje para acentuar lo que en su momento se consideraba como el sano cortejo heterosexual que estaba bastante normalizado en su momento. Él tenía voz, la gata no.
Los últimos años, en la industria del cine se ha levantado la polvareda de una cultura de violación y acoso a las mujeres por parte de los hombres que dirigen la industria, y de lo normalizadas e institucionalizadas que ha estado estas prácticas desde que la industria existe.
El caso de Harvey Weinstein, y la revolución del movimiento #MeToo aún genera controversias y disputas en medios de comunicación, academia, el picnic con amigos y en redes sociales. El auge de la cultura de la cancelación y las maneras como algunas personas consideran que debe manejarse es aún un trabajo en progreso, porque no hay reglas ni estándares que por consenso se apliquen a quienes promueven este tipo de iniciativas.
Y es aquí donde está el meollo del asunto. Es más sencillo cancelar algo que está más lejos de lo que interpela a nivel personal y la cadena de valores de cada individuo. ¿Por qué decimos que el blackface está mal hoy, si hace décadas se seguía defendiendo esta práctica racista en el teatro y las producciones audiovisuales de cualquier tipo? Porque la comunidad racializada, que ha sido víctima de estas prácticas excluyentes y denigrantes ha dado la discusión argumentada de por qué este tipo de prácticas afectan su dignidad y fomentan el racismo.
Las mujeres alrededor del mundo y en todas las esferas de lo público han manifestado que hay una cultura de la violación en todo el plantea. En algunas culturas y escenarios se acentúa con mayor incidencia, pero esto no exime a la cultura del cine y la tv.
La decisión de la Warner Bros., de dejar por fuera de la segunda parte de Space Jam 2: A New Legacy al hoy controversial zorrillo no es azarosa ni descabellada. Lamentablemente, la única razón de existir del personaje era el de acosar y perseguir a una gata de nombre Penelope Pussycat, que, de mil maneras distintas, demostraba su rechazo por las intenciones de este y se mostraba incómoda cuando era tocada y besada sin su consentimiento y a la fuerza. A new Legacy es una oportunidad de precisamente esto, generar conversaciones en las que las mujeres participemos, en las que podamos dar opiniones con respecto a los referentes con los que hemos crecido varias generaciones, interpelarlos y verlos y juzgarlos con los valores de su época, pero sin desconocer la importancia de las nuevas generaciones y los nuevos legados.
“Adiós Pepe, en su momento me diste muchas alegrías y risas. Ahora te dejo ir sin problema porque sé que te quedaste en ese pasado que ya no queremos retomar”.
Es difícil hacer la revisión de estas narrativas y más en aquellas en las que estamos personalmente más involucrados porque se han convertido en parte de lo que crecimos viendo y no nos gusta que nos interpelen. Sin embargo, la cancelación de un personaje animado debería ser el punto de partida para replantear conversaciones y abrir el escenario a la creación de nuevos personajes o replantear los comportamientos de algunos que ya existen. El humor es una herramienta de poder de los más débiles de burlarse de quienes tienen el poder, no al revés.
Que la Warner Bros. haya tomado esa decisión, indica que al menos es coherente con el discurso de la industria en los últimos años y no que todo se reduce a hashtags y el más inútil de todos #NotAllMen (ya sabemos que no todos los hombres acosan y violan, Fulgencio). Se pensaría que nadie va a salir a violar a una mujer por ver Pepe Le Pew, pero la normalización del acoso hace parte de la construcción del sistema de valores. O si no, veamos cuántos hombres blancos heterosexuales están en este momento indignados porque un zorrillo acosador no aparecerá en una película de animación, solo porque se reclama (con vehemencia y argumentos más que sólidos y demostrables), que no se aúpen estas narrativas.
Adiós Pepe, en su momento me diste muchas alegrías y risas. Ahora te dejo ir sin problema porque sé que te quedaste en ese pasado que ya no queremos retomar. El amor romántico de por sí es tóxico y tú eres el más romántico de todos. Y para los futuros zorrillos, iguanas, peces, alienígenas y hombres: No, significa no, no sé significa no y solo sí significa que sí. Así sea en animación o en la vida real.
Por más discusiones de este estilo en los medios, en la industria, academia y en nuestras vidas personales. Yo ya estoy más que lista para ver Space Jam 2: A new Legacy y vivir una nueva experiencia de animación, humor, estrellas de baloncesto y mis dibujos animados que me han acompañado toda la vida.

Por Luisa Fernanda González Gómez
Periodista colombiana radicada en Barcelona. Me dedico a la consultoría de comunicación y relaciones públicas. También escribo sobre cultura pop y literatura para medios independientes.
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