Reminiscencia: la nostalgia nunca pasa de moda
Una sorpresa que me llevé al terminar de ver “Reminiscencia” fue descubrir que quien la escribió y dirigió es una mujer, Lisa Joy – cocreadora y productora ejecutiva de la serie Westworld-.

Nunca pensé que aquel personaje femenino por el que se desencadena la acción, una femme fatale con todos los clichés posibles, fuera imaginada por una mujer.
Sin embargo, después de analizarlo un poco, entiendo que Joy se mantuvo dentro de los parámetros del género en el que quiso contar la historia. “Reminiscencia” es una mezcla entre cine negro y ciencia ficción y Mae, interpretada por Rebecca Ferguson, es la Jessica Rabbit de este thriller.
Si uno como espectador entra dentro del juego que plantea la película y se permite imaginar un Miami del futuro, pero con protagonistas que hablan, se visten y se relacionan entre sí como sacados de un clásico de 1940, seguro podrá disfrutarla más. No es una película para ser juzgada bajo las dinámicas de estos tiempos.
“Dejando el romance a un lado, sin duda es mucho más interesante cómo se aborda el tema de la memoria”.

Partamos del hecho que lo que le pasa al protagonista, Nick, el punto de quiebre de la historia, es algo tan frecuente que hasta tiene nombre: ghosting. Nick, para los estándares de hoy, desbloqueó otro nivel de toxicidad con todo lo que hizo a partir de esa desaparición. Pero, para personajes con mentalidad de la primera mitad del siglo XX así es el amor, porque entre más duela, más imposible, más sacrificado e incondicional, mejor. De eso también sabe Watts, la fiel compañera y empleada de Nick, a quien nunca sacó de la friendzone, y lo corroboran también, todas las otras mujeres que hacen parte de la trama.
Dejando el romance a un lado, sin duda es mucho más interesante cómo se aborda el tema de la memoria. Qué maravilla la máquina que controla el protagonista con la que puede escudriñar los recuerdos y traerlos de vuelta en una especie de holograma. Más que la posibilidad de resolver crímenes a partir de ésta, me encantó la idea de usarla para encontrar objetos perdidos, como las llaves.
Lástima que el intenso de Nick, no la uso mucho ni para lo uno, ni para lo otro. Pero hay que entenderlo, el pobre lo que tenía era una tusa muy brava. Lo complicado en esos casos es que la memoria es selectiva y casi nunca para bien. No hace falta una máquina, cualquier entusado, priorizará los recuerdos felices, olvidará las cochinadas y justificará las embarradas con tal de seguir pegado a ese momento. La nostalgia nunca pasa de moda.

Por Marcela Salazar
Comunicadora social, Maestra en Literatura, fan de las buenas historias. El universo audiovisual me permite acceder al mundo y me ayuda a entenderlo, por eso me gusta tanto.
Instagram: @marcerosa