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THE MARKSMAN: LOS GRINGOS AL RESCATE

Actualizado: 1 jul 2021

Particularmente las producciones cinematográficas estadounidenses están acostumbradas a siempre hablar de problemáticas en base a contextos migratorios donde la mayoría de las veces es el gringo quien salva el día y deja a determinado país -ya sea Rusia, Irak, China o México- como el enemigo, un gran estereotipo Hollywoodense. Pareciera que el mundo sería un completo caos sin Estados Unidos. Y justamente The Marksman cae en esta premisa.

El Protector, como fue titulada al español, es una película de acción orientada a un público más maduro, es decir, no esperes ver escenas épicas como en Rápido y Furioso. Además, hay que destacar que en este segundo film del director Robert Lorenz estuvo mmy inspirado en las producciones de Clint Eastwood, con quien ha trabajado en reiteradas ocasiones, llevándonos al característico road trip con tintes de western.


Esta historia está plagada de escenas de persecución con un objetivo siniestro: arrebatar vidas inocentes. De todas formas, el transcurso de la trama (un poco simplona), se torna entretenida ya que destaca por su realismo ante las adversidades de los personajes.


La actuación protagónica de Liam Neeson sobresale con su actitud característica casi repetitiva en sus últimas entregas. Y su compañero, el niño Miguel, en cuanto actuación, no lo hace nada mal. Lo que sí es muy evidente, y se siente casi como una copia, es esta modalidad ya demasiado usada que coloca a un viejo rancio pero con corazón grande que decide salvar al inocente colocando a la vida por encima del dinero. Inclusive, esto se muestra explícitamente en una escena ejecutada de manera ridícula: quemar los dólares en una fogata, como si no hubiese niños muriendo de hambre en las calles.



Existen montones de referencias en la historia del cine con la misma trama, el problema con esto es que no hay un intento por querer cambiar o reconstruir el núcleo predecible de este tipo de historias. Es decir, al ver este film no podemos dejar de pensar en El Perfecto Asesino, Terminator o hasta Logan, películas muy reconocidas que a través de un mismo tecnicismo narrativo intentan sorprendernos con cambios en la trama logrando que el entretenimiento no sea tan plano y comencemos a adentrarnos más en el conflicto y no tanto en lo probable o lo predecible.


Por otro lado, me da mucho gusto ver al colombiano Juan Pablo Raba haciendo de villano en Hollywood, aunque me hubiese gustado que su presencia antagónica fuera aún más reflexiva. Igualmente, si me molesta un poco el típico cliché de la industria que coloca al latino como sicario. Al parecer faltan años para desmitificar el concepto de los personajes latinoamericanos en el cine, ya que siempre somos los narcos, pobres, malos y rumberos. Se puede pensar que como se trata de una trama que vende, se quedan en esa zona de confort. No hay un salto al riesgo.


En conclusión, ¿qué se puede espera cuando al espectador le presentan a una madre y un hijo latinos que cruzan la frontera escapando del Cartel y que por conveniencia de la trama un gringo decadente decida ayudarlos para que puedan cumplir su sueño americano? Como resultado tendremos más predicciones que sorpresas. Eso no quiere decir que en el recorrido deje de ser entretenido para ir al cine y pasar un rato agradable. Mas allá de todo esto, nunca perdonaré lo que le hicieron al perro de Liam Neeson, seguramente John Wick hará justicia.

 
 

Por Diego Sierra (Patán)


Caricaturista de opinión para el periódico El Espectador y diversos proyectos audiovisuales.

Instagram: @un.espectadormas

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